- Pachón Navarro: "...
en aquellos días de incomparable felicidad cazaba acompañado
de un perro pachón" (Morales de Peralta, 1912).
España también son sus perros. Y en nuestro país oficialidad y realidad
se han dado la espalda. En la clasificación de las razas caninas españolas
adoptada por la Sociedad Canina Central en 1912, tras su fundación, se recogen
7 razas de perros de nuestro pachón de Navarra, pachón de Vitoria, perdiguero,
perdiguero de Burgos, perdiguero de Mallorca, gorgas de Alicante y barbas.
Pues bien, teniendo reconocimiento oficial no hay ni una sola inscripción
en los árboles genealógicos de pachones de Navarra en toda la historia de
la sociedad encargada de su custodia. Mas de 85 anos de existencia y ni un
solo pachón de Navarra que merezca ser registrado. Y esta raza existe, signe
respondiendo a formas tradicionales de caza, y por suerte es cada vez mayor
el numero de ejemplares en manos de cazadores. La desidia oficial nos hizo
perder aquella joya del pachón sedeño y solo el interés privado nos ha permitido
recuperar y mantener esa otra joya del pachón de pelo corto. Pero ello no
ha impedido que en la nueva clasificación de razas españolas la Sociedad Canina
haya borrado de un plumazo la existencia del pachón navarro.
No podemos quejamos, olías razas corno el perdiguero mallorquín y el barbas
gozaron de inscripciones en el libro de orígenes español y el mismo plumazo
los ha condenado al ostracismo. Nuestras razas caninas autóctonas son semillas
que el viento zalea, hay van el alano, el perdiguero mallorquín, el presa
español, el barbas, y tantos otros a la espera de que alguien los recoja y
se deje la piel en el intento de su recupera clon, así trabajamos en España.
El caso de la raza que boy tratamos es especialmente doloroso, pues los pachones
son una de nuestras agrupaciones autóctonas más acreditadas desde la Edad
Media basta nuestros días, se trata del primigenio tronco ibérico de perros
de muestra nacidos en aquel celebre reino de Navarra que englobo las actuales
provincias de Álava, Guipúzcoa, Vizcaya y Navarra. Y la verdad es que en aquellos
anos en los que se fundo la Sociedad Canina el pachón gozaba de una situación
privilegiada si le comparamos con los otros perros de muestra autóctonos,
pues en 1903 Carlos Crestar se lamenta del estado de abandono del perdiguero
búrlales y afirma que "mas afortunado el pachón navarro, conservase entre
los pueblos comprendidos entre Pamplona y la frontera francesa, y las magníficas
parejas preñadas en la exposición que se celebro en 1899 hacen esperar que
muy pronto este la raza purificada por completo". De nada sirvió tanto entusiasmo
para quienes cada ano reunían en el parque del Retiro de Madrid lo más
granado de las razas extranjeras.
La situación seria cómica de no tener tintes dramáticos, el drama de la perdida
de lo nacional, y es que nuestro perro ha servido para crear otras razas en
el extranjero que luego nosotros importamos y pagamos a precio de oro. Como
acertadamente dijo Gibert Buch en 1969: "los mejores pachones navarros están
en las perreras de los criadores alemanes de perros de muestra". Tan viejo
como la historia Resulta curioso y
triste lo ocurrido en España con nuestras razas de perros. Fuimos
pioneros en Europa a la hora de escribir sobre cinegética y montería.
Desde la temprana obra de Alfonso XI el Justiciero o desde el
primer libro que se publica entre nosotros dedicado expresamente
al perro, "Del lan y del cahallo", en 1568. del protonotario
Luis Pérez, pasando por los grandes textos de la montería clásica,
hasta la llegada del siglo XIX, nos situamos en la vanguardia cultural.
Pero cuando en el siglo XIX se inicia en toda Europa la depuración
y selección de las razas de animales domésticos, enfocados al
trabajo y la producción, uniéndose esfuerzos para mejorar la
funcionalidad y belleza de las razas caninas dando origen a la
disciplina de la cunicultura, en España iniciamos un periodo de
desinterés y degradación. Faltan entre nosotros hombres como Laverack, Corthals
o Arkwright y aunque seguimos contando con grandes cazadores aficionados a
la pluma, hasta recordar nombres como José Gutiérrez de la Vega, Julián Settier,
Antonio Corvasí o el conde de Yebes, nuestros perros autóctonos han dejado
de interesar al cazador pues carece de valedores que los defiendan. Un desmedido
afán por copiar lo extranjero llena nuestros campos de perros impropios para
nuestro terreno, y nuestro pachón navarro agoniza en el olvido o el descrédito.
Podemos remontarnos hasta la dominación romana en la búsqueda de raíces para
nuestro pachón, pero por método vamos a iniciar nuestro recorrido con la difusión
de la cetrería en España. Esta fue un arte propiciador de los perros de muestra.
Gaston Phoehus, que estaba casado con una infanta del reino de Navarra, escribió
en su libro de caza: "Buena cosa es para un hombre que tenga un buen azor
o halcón, lanero o sacre para la perdiz tener un perro; y también para el
que tenga un gavilán, son útiles para la caza y taimen cuando se les entrena
a rastrear son buenos para capturar las perdices y las codornices con red".
Tamhien Martínez del Espinar, en 1644, escribe en su Arte de Ballestería refiriéndose
a los perros: "A todos se les ha de ir poniendo que busquen las perdices mas
por el viento que por el rastro, metiéndoles la caza pico a viento para que
se hagan vientores y no rastreros. Las calidades que ha de tener el buen perro
de muestra, mucho viento y muchos pies, bien mandado y buen color". ¿Como
eran estos perros físicamente? ¿Existía un sello que los definiese a pesar
de la natural disparidad de los animales domésticos que no han sido seleccionados?
Por lo que sabemos se trataba de un animal de porte recio, de tipo concabilíneo
o subconbihneo, eumetrico, con fuerte osamenta, de notable aptitud para la
cazado las aves La cetrería primero y luego la caza con ballesta fueron condicionando
los perros, que tenían que aguantar la muestra el tiempo requerido para que
el ballestero abatiese la pieza en el suelo. Tras la invención de las armas
de fuego, en cuya aplicación a la caza de volátiles tuvimos mucho que ver
los españoles, nuestros perros de nuestra tenían ya unas cualidades bien marcadas
que no precisaron mayores cambios que ir se adaptando a las nuevas exigencias
del deporte cinegético. Que la raza tuvo buena difusión lo prueba que fuese
pintada por Goya en muchos de sus cuadros, como el de Carlos IV en traje de
cazador donde aparece un pachón muy típico acariciado por el monarca. Durante
el siglo XIX son los perros irías utilizados por el cazador español. Una difusión
que llego a alcanzar tal nivel que permitió crear varias subespecies que luego
adquirieron categoría de raza, como el perdiguero gallego o el propio perdiguero
portugués, cuyo origen se encuentra en el pachón español de pelo corto.
La importancia de conservar Mantener la diversidad sol genética no es un
capricho de los
grupos ecologistas ni la bandera de trasnochados nacionalismos, si no una
garantía de que en
el futuro la diversidad evitará la desaparición de las especies. Y es que
en la actualidad una
pocas razas de perros se han universalizado en detrimento de las restantes,
hasta el punto que
una docena de razas suman cientos de miles de ejemplares en tanto que de otras
los pervivientes
se encuentran con las dedos de la mano. Cerca de un centenar de perros de
caza y ya solo se
caza con pointer, cerca de un centenar de perros de guardería y pastoreo y
solo interesa el
pastor alemán. Una de las mayores amenazas es que la cinefilia se basa en
unas pocas razas que
han sido seleccionadas de forma intensiva: la difusion de esta mentalidad
pone en peligro la
pervivencia de miles de razas locales en todo el mundo. Y ya esta probado
que una raza
procedente de Inglaterra o Alemania no tiene por que adaptarse y ser eficaz
en un ambiente
muy distinto, quizás menos favorable, como por ejemplo el campo español con
sus altas
temperaturas. Sobre esta invasión de razas foráneas recuerdo unas palabras
de Díaz Navarro:
"Es vergonzoso que nuestros mejores pastores alemanes solo sean segundas o
terceras series
mundiales y sin embargo basta en el pueblecito más pequeño existe un alsaciano
rubio. Una mezcla del abandono, la ignorancia, la falta de autoconocimiento,
valoración y amor. No llore todavía. La culpa la tenemos todos. Las razas
de perros autóctonos son fáciles de criar y poseen rasgos muy valiosos, como
capacidad de adaptación al ecosistema, resistencia, rusticidad, se mantienen
con una alimentación muy
moderada, ocasionando gastos mínimos y son capaces de
reproducirse a pesar de estas condiciones adversas. Sin embargo,
la teoría y las buenas intenciones se cargan de matices al llegar a la
practica. El mercado manda y los criadores de perros, siempre
persiguiendo intereses comerciales, desisten de recuperar unas
razas que no se adaptan a las variaciones de la demanda del
mercado, tantas veces marcadas por la moda. Así conservación y
desarrollo parecen enfrentarse sin tener en cuenta que muchas de
estas razas autóctonas, ahora tan descuidadas, no han tenido la
oportunidad de demostrar su verdadera rentabilidad. Por eso
trabajos de recuperación, selección y conservación como el efectuado en el
pachón navarro por Carlos Contera y su familia son encomiables. Quince anos
de investigación y varias generaciones de cría controlada antes de comercializar
el producto exigen pasión y sacrificio, pero indudablemente da magníficos
resultados.