Alano Español

Estándar

1. Cabeza.
Braquicéfalo. La cabeza se inscribe en dos cubos. uno mayor que engloba el cráneo y otro más pequeño para la cara u hocico. Ejes craneofaciales paralelos. Belfo rico, pero no exagerado.
Orejas pequeñas y triangulares, enhiestas en su primer tercio cayendo hacia adelante o a los lados cuando el perro está atento.
Mordida en tenaza o prognata. La expresión naso-frontal está claramente marcada, así como el surco entre los senos frontales.
Ojos pequeños y rasgados, de color avellana.
Músculos maseteros muy desarrollados.
Las mucosas son negras y bien pigmentadas.

2. Cuello. Corto y musculoso, con una ligera papada que protege la tráquea de golpes y desgarros, especialmente de las navajas del jabalí.

3. Cuerpo.
- Caja torácica: ancha con costillas redondas dando cabida a un corazón y unos pulmones poderosos capaces de combustionar el oxígeno necesario para no asfíxiarse durante la presa. La anchura entre los miembros anteriores es considerable.
- Tronco: línea dorso lumbar ligeramente ascendente de las costillas a la grupa. Grupa unos 2 cm. superior a la cruz. Vientre recogido.
- Cola: gruesa y corta, actuando como timón y estabilizador.

4. Extremidades. Tren delantero: omóplatos y húmeros bien musculados, extremidades rectas, cuartillas y manos recias. Tren trasero: Menos desarrollados que el delantero.

5. Talla y Peso. Alzada: 62-63 cm para los machos; 57-60 cm para las hembras. Peso: entre 35 y 45 Kg.

VILLANOS QUE SON ALANOS
En cuestiones de perros en general, se tra ta de un tópico, aunque no por ello menos cierto, insistir en que la habitual despreocupación española por lo que es propio y la ingente lle gada de razas extranjeras, sobre todo a partir de mediados de este siglo, ha estado a punto de echar por la borda un capital cinófilo con siglos de solera, habiendo sido salvadas varias razas autóctonas in extremis, aunque, para otras, parece que ha sido ya demasiado tarde. Antes de nada he de decir que, en mi opi nión, al alano se le ha mitificado. Se habla siem pre de grandes perros poderosísimos y libros de principio de siglo lo describen como una raza tipificada, otorgándole incluso color y talla fija (57 cms). Lo distinguen del perro de presa español, del que habría varias razas Sin em bargo las escasas fotografías que traen esos mismos libros revelan una total falta de carac teres raciales típicos, es decir, los alanos, co mo afirma José Manuel Sanz Timón en un artículo publicado en la revista Trofeo, corres pondiente al mes de mayo de 1990, formaban un tipo de perros criados con una finalidad es pecífica, el agarre (la presa) y la única carac terística común a todos ellos, era su estructura molosoide. Ahora bien, no dudo de que se al canzasen caracteres comunes localmente o en manos de los propietarios de grandes jaurí as. El factor aislamiento es muy importante, de hecho, las únicas razas de alanos realmente reconocidas de España y Portugal, algunas hoy extinguidas, existían en los archipiélagos de estos
paises. En mi opinión, perro de presa, alano, dogo y bulldog son distintos nombres
aplicados a un mismo tipo de perro con gran diversidad de características físicas.
Por tanto, entiendo que la única gran distinción que podemos hacer en los perros de
presa españoles está entre los anteriores y los posteriores oleada de perros
extranjeros que invadie la Península a partir de mediados de siglo. La existencia de
alanos en España data de varios siglos, aunque no está muy claro fue su origen. De
lo que no cabe duda es que estos perros estaban muy extendidos io lo prueba su
ocasional aparición en las as de los grandes pintores, auténticos cronistas de la
realidad de la época. Así, por ejemplo, son alanos los perros que plasma Velázquez
en sus cuadros, que se encuentra en la Galería Nacional de Londres; los que refleja
Goya en su captura de un toro; o los que aparecen en un grabado del romántico
francés Blanchard. Se puede obser var en estas obras el doble uso de los alanos: cazadores y vaqueros. Con el siglo xx llega el desastre para los perros de presa en España (otros alanos europeos se salvaron: dogo alemán, bóxer, etc.). Comienza a disminuir su número en las rehalas, donde sobre todo en Andalucía, se empleaban para la caza mayor, debido a su gran facilidad para apresar reses restando buen número a los puestos de tiro en el transcurso de la montería. Además su utiliza ción en las plazas de toros para excitar a los animales mansos había sido ya sustituida por las crueles banderillas de fuego. Por último, el mestizaje con otras razas como el bóxer y el mastín, vino a suponer la puntilla final: el alano español se consideró totalmente extinguido. Sin embargo esto no es del todo cierto. Se han mantenido perros de presa en Cantabria, en el extremo occidental de Vizcaya (Valle de Carranza) y en el lindante Valle de Mena (Burgos>. Se trata de perros de manejo de ganado vacuno. En toda esta zona se crían manadas de vacas que viven libres en los montes. Es ganado de carne o bien de reses bravas. Su mo do de vida hace que estos animales tengan un carácter semisalvaje, por lo que cuando se hace precisa su captura (para venderlas o curaras) se emplean perros. La misión de éstos consiste en inmovilizar a la res hasta que lle guen los ganaderos, que suelen ir a caballo. Tradicionalmente se empleaban dos tipos de perros de presa en el lance: en primer lugar se echaban varios Villanos para que detuvie ran al animal elegido, lo que hacían mordiéndoles las patas o en el cuello y después le arrojaban uno o dos perros de presa (llamados así en la región), dependiendo del tamaño de la res, que, menos rápidos pero más potentes, la apresaban del hocico o de una oreja. Si los perros estaban bien entrenados, el ganado no resultaba lesionado. Los Villanos son presas del tipo ligero. Tienen cabeza estrecha y hocico alargado, incluso puntiagudo, aunque en las mismas camadas salen a veces perros más chatos. Sus patas son largas, y el color es el atigrado («leonao»). En cuanto a los llamados perros de presa, hasta los años cuarenta de este siglo, existía un tipo con cabeza redonda, hocico muy romo y patas cortas, presentando un conjunto algo «deforme» (es decir, recordando al actual bulí dog inglés: pecho muy ancho, extremidades ar queadas, etc.) y con frecuencia de colores «raros>-: atigrados en gris, unicolores gris perla, etc. Eran perros muy pesados. Este tipo sufrió sin duda un duro golpe en la Guerra Civil, ademas en la zona de Vizcaya comenzó a ser despreciado por considerársele poco resistente en la carrera, empleándose hoy en día en Carranza casi unicamente los Villanos para la captura del ganado. Sin embargo, no desaparecieron, ya que las razas se mantie nen mientras lo haga la actividad tradicional en que han venido siendo empleadas. Lo que ocurrió es que evolucionó a través de cruces cada vez más frecuentes con el bóxer que llegó a estas zonas a partir de mediados de siglo. Ac tualmente, la mayor parte de los ganaderos consideran que el modelo a seguir es el bóxer, abundante en la región, y procuran cruzar a sus perras con los de esta raza. De hecho, hay propietarios que llaman bóxer al tipo pesado de presa. Con respecto a los Villanos, su situación es otra. Gozan de una popularidad cada vez ma yor, debida en parte, a su utilización también en la caza mayor, que ha aumentado mucho en estos lugares en los últimos años, sobre to do el jabalí. Los cazadores compran los Villa nos a los ganaderos, que son quienes los crían, sobre todo, aunque la mayoría también caza con ellos. El sistema para cazar a los pacíficos e inocentes, pero valientes jabalíes, es el gancho o batida: los cazadores rodean el monte y dan suelta a los sabuesos (he podido ver magnifi cos ejemplares de sabueso español). A su lado avanzan los Villanos, que llevan un cascabel para poder ser localizados. Una vez los sabue sos encuentran el rastro, comienza ese «latir» tan característico de ellos. La misión de los Villanos consiste en apresar y detener al jabalí, que será ejecutado a tiros o a cuchillo. Cuando el jabalí «se cuela», es decir, resguarda la parte trasera contra una roca o un tronco, forzando a los perros a entrarle por delante, es el momen to en que la experiencia de los Villanos más viejos, aquellos que tienen el cuerpo llenos de costuras, juega un papel fundamental. A los Villanos les ha surgido últimamente un serio competidor en el Dogo Argentino, que ha empezado a emplearse por estas zonas, aunque las ventajas de éste, por su color blanca (para localizarle y distinguirle del jabalí fá cilmente), el olfato (herencia del pointer) y presa más potente, las compensan aquéllos con su abundante ladrar, en cambio, el Dogo Argentino no ladra mientras caza, por lo que puede resultar difícil localizar el punto en que se desarrolla el drama, y el no pelearse entre ellos. De hecho dicen que el cazador que compra Villanos, siempre vuelve a por mas. Últimamente he detectado algunos cruces de Villano con Dobermann, que, aunque en la ac tualidad se trata de casos aislados, podría ser un factor desestabilizador ya que el Dober mann es relativamente abundante en la zona. El carácter de todos estos perros es el clá sico de los perros de presa. Audaces y teme rarios en su trabajo, quieren mucho a sus amos, y pueden ser manejados por los niños de la casa, a los que adoran. Con los extraños pueden tener al principio cierto recelo, pero pronto los aceptan amistosamente al ver que sus dueños así lo hacen. Si no son maltrata dos, siempre están dispuestos a juegos y ejer cicios brutales para gastar la enorme energía que tienen y desarrollar su potente musculatura. Son excelentes guardianes, sobre todo de noche, aunque curiosamente hay numerosos ganaderos que teniendo varios presas, enco miendan la guarda a pastores alemanes, no porque aquéllos no valgan sino por su tradicio nal asociación con actividades ganaderas. Debido al verdadero propósito de mantener la tradición y a la relativa buena conservación del medio natural en estas zonas, así como el in terés despertado por las razas caninas autóctonas, es de esperar que los perros de presa del norte de España, seleccionados exclusiva mente en base a su utilidad, continúen prestando grandes servicios como expresión de su amor a los dueños durante muchos años más.

CARRANZA CONSERVA UN MÉTODO PECULIAR PARA CAPTURAR VACAS Y TOROS SALVAJES
«El Jaque» es uno de los múltiples perso najes populares que ha dado el prolijo valle de Carranza. Larguirucho y enjuto, por cada poro de su cuerpo desprende la nobleza y esponta neidad del hombre natural, sin más compañía que las vacas «montesinas». No tiene ni el tí tulo de
estudios primarios, «apenas fui a la escuela
y apenas leo», pero en Carranza y con
tornos es «doctor», admirado, respetado
y consultado, en «pescar» animales
salvajes, ayudado por sus perros Villanos.
Basta con que Agustín Ruiz Ormazábal
grite «¡eh, mo nín!» para que cinco canes
vulgares se lancen sobre una vaca o un
bravo jabalí y lo detengan, aun con riesgo
constante de perder su vi da en el empeño.
En su documento nacional de identidad se
lee: Agustín Ruiz Ormazabal, «pero este es
el nombre para los papeles», comenta con
extrañeza. En Carranza, Trucios,
Arcentales y todo el valle de Mena se le
reconoce por «El Ja que». Mezcla de «jaca» y «jeque», es la suma de «doctor» en cazar animales salvajes y de «señor» de las montañas del valle más exten so de Vizcaya. Agustín sabe muy poco de escuela -des de muy pequeño tuve que ir al monte- cono ce, sin embargo, casi todo sobre vacas mon tesinas o salvajes. El es uno de los pocos herederos existentes en Carranza de un méto do peculiar de cría y caza de vacas salvajes autóctonas que se viene trasmitiendo de pa dres a h¡jos desde tiempos inmemoriales. «Mientras la mayoría cría sus vacas en esta blos, libres o cerrados, nosotros las mantene mos en estado salvaje, perdidas entre los montes del valle, en verano y en invierno. Todos saben que son nuestras porque portan la marca "R« de la familia Ruiz. Cuando los del matadero quieren comprarnos alguna, para carne, vamos al monte con los perros, las lo calizamos y las pescamos.» La originalidad de este sistema -extendido en Carranza, Arcentales, Trucios y valle de Mena- no está en la fórmula de cría, que, por supuesto, resulta bastante más económica ya que pastan en términos comunales, sino en el método utilizado para cazar estas vacas, que al ser salvajes, conservan intacta toda su na tural bravura. Agustín, uno de los más aveza dos especialistas de la zona, aprendió el siste ma a los siete años, en pleno monte; desde entonces, éste es su modo de vida, su trabajo de cada día. Cada año pesco (así, pescar es la palabra que constantemente utiliza) unas trescientas vacas montesinas y multitud de ja bal íes.

LUCHA CRUENTA
Contemplar la caza de una vaca salvaje, montesina o montechina, como se las denomina en Carranza, es de una belleza indiscutible y, sobre todo, de un riesgo imprevisible para los ganaderos, sus colaboradores y sus perros. «¡Eh, monín!», grita el Jaque, y cinco o seis perros se lanzan ansiosos sobre el animal previamente indicado. Uno muerde la pata, otro la oreja, otro del morro... cada uno muerde donde puede. La bestia se agita, trata de des prenderse de los perros, los embiste, lanza a un perro a dos metros de altura, huye alocada. Los perros no cejan en su empeño, le siguen, recibirán cornadas, coces, mordiscos, pero ciegos y fuera de sí, seguirán mordiendo, hiriendo a la bestia que trata de huir. Todo un festival de san gre donde las vacas y los perros dejan entrever las heridas inferidas mutuamente. «El Jaque», como un gran señor, desde su caballo contempla la cruenta lucha en espera de que le toque intervenir. De vez en cuando dirige algún grito de ánimo a sus dóciles pe rros: «Eh, monín». «¡Ay, compañeros, no me dejéis abandonado!» La lucha ha durado media hora -se trata ba de un animal corpulento- lo perros han lo grado detenerlo, aunque enfurecidos, siguen hincando sus dientes allá donde pueden hasta que «El Jaque» cruce un largo cordel por toda la mole del animal para inmovilizarlo y así poder llevarlo al matadero. «A pesar de que los perros lo tienen bien sujeto -comenta «El Ja que»- hay que tener mucho cuidado a la ho ra de atarlo. Sigue siendo muy peligroso, pue de llegar a embestirte, a darte coces, a morderte. Hay que estar muy atento. El riesgo continua hasta que la bestia esté totalmente inmovilizada. Los perros jadeantes, con ojos a punto de salirse de sus cavidades, muerden, fuera de sí, la presa inmóvil. «El Jaque" les fe licita. Son seis perros, mezcla de «chato» y «salobero» que, día tras día, dejan su piel en la caza de las vacas montesinas. «Son unos perros extraordinarios y muy dóciles, cada año mueren dos o tres, otras veces les rompen una pata o los dientes clave y entonces ya no sirven para nada y hay que retirarlos. Pero ellos, aún heridos y maltrechos, siguen en la lucha hasta que yo les indique lo contrario.»

SU ILUSIÓN, ATAR UN VITORINO
«El Jaque» y su cuñado Jesús, fiel acom pañante de todos sus safaris, además de las trescientas vacas que capturan cada año, son muy conocidos en el valle por la caza de jabalíes. Su ilusión, sin embargo, es «agarrar a un toro, a poder ser un «mihura» o un «vitorino», para que todo el mundo vea que se le puede coger a un bicho de esos, por muy grande y bravo que sea, y sin matarle». «El Jaque» co menta como lo harían: «Le lanzaríamos, mi cuñado y yo, diez o doce perros para andar sin problemas. En media hora, los
perros lo habrian detenido. Luego intervendríamos
nosotros y nos encargaríamos de atarle las patas y
manos. como a un cordero. El toro matará a uno o
dos perros, pero los otros, estoy seguro, responderán.
Nos da lo mismo hacerlo en una plaza o en pleno
campo.» Y repite con convicción: «Nosotros nos
comprometemos a atarle como a un cordero.»

EN TRUCIOS, TAMBIÉN LOS PERROS
En Trucios los verdaderos cazadores son los perros.
Los Villanos, grandes corredores, agarran al ganado
por las piernas. Luego vie nen los perros de presa
que les agarran de las orejas o del morro y ya no
sueltan.
- «Para que suelten el ganado hay que meterles los
dedos en la nuez y ahogarlos. Cuando ya no pueden
respirar, sueltan la presa.)> Eso nos dice Emilio
Urquizo que tiene va nos rebaños («bandas», dice él)
de ganado monchino. El otro día se le murió un perro
de presa que valía 20.000 pesetas. Ahora tiene otro
llamado «Limon» que es un grandísimo holgazán.
«Las vacas monchinas las bajamos atadas en el carro de bueyes o en el tractor.» «La pesca» para carne es en octubre. Capturan toros y vacas, los toros de 3 años. Antes dejaban los toros hasta los 7 u 8 años. ¿Motivos?
- «Los toros de Trucios se lidiaban en muchas plazas: en Algorta, Carranza, Valma seda. Pero hace unos años que se exige divi sa, que la ganadería esté sindicada, y es mucho gasto para este ganado pequeño y salvaje.»
Así que ya no hay ganaderías en Trucios. Y eso que era ganado bravo, salvaje, que embestia bien. Una vez hubo que matar a tiros a unos toros, pues nadie quería lidiarlos cuando salieron a la plaza. El ganado de Trucios está en los montes Armañón. Los Jorrios, parte de Sámano. Habrá unas cuatrocientas o quinien tas cabezas y otras tantas yeguas. Antaño ha bía miles de cabezas, pero luego se plantó pino.